Sumas Aseguradas

No hay sumas aseguradas pequeñas

“No hay sumas aseguradas pequeñas…”, Gabriela Viveros, asesora con 26 años de experiencia como agente y 4 como promotora, nos relató un siniestro atendido por Grupo Ávico, Soluciones Patrimoniales, la promotoría que dirige. En este caso, la póliza de vida fue vendida por Martha Eugenia Carrión, la agente líder de esta gran empresa situada en Chiapas.

Felipe, nombre que utilizaremos para el asegurado, trabajaba en la Secretaría de Salud y vivía en Rancho Nuevo, una zona indígena de Chiapas que está cerca de San Cristóbal de las Casas. Cada día debía trasladarse de una comunidad a otra para trabajar.

En 2001 adquirió una póliza de vida con MetLife, en la modalidad de DxN (descuento por nómina). La suma asegurada era de 600 mil pesos. Como se le descontaban más o menos 300 pesos mensuales, pagó casi 70 mil pesos en total a lo largo de los 19 años de vida de su contrato. Durante ese tiempo cobró sus dividendos de forma normal, pues era una persona que gozaba de salud y estaba relativamente joven. Sin embargo, en mayo de 2020 falleció de forma sorpresiva por un infarto de miocardio.

Cuando el deceso ocurrió, su viuda se comunicó con Martha para comentarle la situación. A pesar de que había pasado muy poco tiempo desde que se declaró la alerta sanitaria por covid-19 y se comenzó a implementar el plan #QuédateEnCasa, la agente decidió visitar a la beneficiaria para ofrecerle sus condolencias y asesorarla en el cobro de la póliza de su marido.

Un par de semanas después, Carmen recibió el dinero que su esposo previno para cuando él ya no estuviera. Ella le comentó a Martha que seguiría el ejemplo de su marido y adquiriría una póliza de vida, pues le preocupaba que sus dos hijas aún estaban pequeñas. Con el dinero de la suma asegurada, Carmen no solo contrató un seguro, sino también amplió su pequeño taller de costura. De esta manera brindó seguridad y estabilidad a sus hijas.

El amor de Felipe no solo abrigó a su familia, sino también a algunas mujeres más de su comunidad, que trabajan en el taller de Carmen y elaboran artesanías para mantenerse y salir adelante.

Gabriela comenta que su agente líder, Martha, ha contribuido a que sus clientes tengan seguridad a futuro y, a lo largo de la crisis actual, ha ayudado a algunos de ellos a entrar en este negocio, pues el amor y la pasión que la caracterizan la han convertido en una fuente de reclutamiento. También señala que este siniestro demuestra que no hay suma asegurada pequeña y que el verdadero sentido de esta profesión es tocar corazones.

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